Cataratas del Iguazú: fin del primer capítulo.
Y un día, llegamos a las
cataratas. El miércoles 15 de Mayo salimos de Posadas rumbo a Iguazú y
nos llevamos con nosotros un nuevo tripulante en El Comandante. Sil, una de las
chicas que conocimos en esa ciudad, pego mucha onda con Claypole y como los 4
días que estuvieron juntos no fueron suficientes, se sumó a
nuestro viaje por unos días. Ese primer día fuera de Posadas fue, después
de mucho tiempo, un auténtico día rutero. Salimos a las 11:30 y llegamos
a la plaza de Iguazú a las 19:30. Estuvimos 8 hs para recorrer 300 km.
Rumbo a Iguazú.
Al otro día nos levantamos temprano para
poder entrar al parque lo antes posible. Una vez ahí exteriorizamos nuestra
felicidad y excitación haciendo un sapucai (grito de guerra que aprendimos en
una fiesta en Alvear). Para nosotros la entrada al parque era algo especial por
una infinidad de razones. Era la prueba de que tanto esfuerzo y tanta espera finalmente tenía una recompensa. Era el primer escalón y el primer objetivo de nuestro
viaje.
Las cataratas (como Machu Picchu o el salar de Uyuni con lluvia) son esos lugares en donde los adjetivos sobran o mejor dicho no hay adjetivo que sirva. No hay cámara que pueda captar la inmensidad y belleza del lugar. Frente a eso uno no sabe cómo aprovecharlo al máximo. ¿Qué es mejor? Sacar todas las fotos posibles para tener muchas imágenes para poder revivir el momento en un futuro o no sacar ninguna e intentar retener todo en la cabeza.
Estuvimos todo el día dando vueltas por el parque recorriendo los distintos circuitos que hay en el. Primero fuimos a la Garganta del Diablo (quizás el punto mas conocido de las cataratas) donde, gracias a la cantidad de agua que arrastra, el ruido que genera al caer y la constante llovizna que se arma alrededor, uno se siente dentro de las cataratas. Como no podía ser de otra forma, al llegar a ese tremendo lugar hicimos otro sapucai. Es realmente impactante la fuerza con que el agua arrastra todo lo que tiene a su paso. Donde cae el agua, un montón de pájaros negros vuelan en círculos combinándose a la perfección con la nube blanca que se forma por la caída del agua y arco iris que aparecen todo el tiempo. Esa era la primera vez que pude ver un arco iris tan de cerca, siempre me parecían cosas inalcanzables casi ficticias pero en la Garganta del Diablo uno lo tiene al lado y casi que puede tocarlos. Son tan chicos que se puede ver el principio y el final de ellos. Es medio al pedo querer describir la Garganta del diablo o mostrar fotos de ella porque para entender lo que digo uno tiene que estar ahí.
Después hicimos el circuito inferior y el circuito superior desde donde se puede ver el parque desde distintos ángulos. Por ultimo, hicimos un recorrido que se llama Sendero Macuco el cual desemboca en el Salto arrechea donde, a pesar del frió, nos metimos al agua. En este sendero, a diferencia de los demás, uno esta mas en contacto con la naturaleza ya que carece de barandas y maderas que marquen el camino. Como es uno de los recorridos mas largos del parque no hay tanta gente en el y ,en mi opinión, es mejor.
Las cataratas (como Machu Picchu o el salar de Uyuni con lluvia) son esos lugares en donde los adjetivos sobran o mejor dicho no hay adjetivo que sirva. No hay cámara que pueda captar la inmensidad y belleza del lugar. Frente a eso uno no sabe cómo aprovecharlo al máximo. ¿Qué es mejor? Sacar todas las fotos posibles para tener muchas imágenes para poder revivir el momento en un futuro o no sacar ninguna e intentar retener todo en la cabeza.
Estuvimos todo el día dando vueltas por el parque recorriendo los distintos circuitos que hay en el. Primero fuimos a la Garganta del Diablo (quizás el punto mas conocido de las cataratas) donde, gracias a la cantidad de agua que arrastra, el ruido que genera al caer y la constante llovizna que se arma alrededor, uno se siente dentro de las cataratas. Como no podía ser de otra forma, al llegar a ese tremendo lugar hicimos otro sapucai. Es realmente impactante la fuerza con que el agua arrastra todo lo que tiene a su paso. Donde cae el agua, un montón de pájaros negros vuelan en círculos combinándose a la perfección con la nube blanca que se forma por la caída del agua y arco iris que aparecen todo el tiempo. Esa era la primera vez que pude ver un arco iris tan de cerca, siempre me parecían cosas inalcanzables casi ficticias pero en la Garganta del Diablo uno lo tiene al lado y casi que puede tocarlos. Son tan chicos que se puede ver el principio y el final de ellos. Es medio al pedo querer describir la Garganta del diablo o mostrar fotos de ella porque para entender lo que digo uno tiene que estar ahí.
Después hicimos el circuito inferior y el circuito superior desde donde se puede ver el parque desde distintos ángulos. Por ultimo, hicimos un recorrido que se llama Sendero Macuco el cual desemboca en el Salto arrechea donde, a pesar del frió, nos metimos al agua. En este sendero, a diferencia de los demás, uno esta mas en contacto con la naturaleza ya que carece de barandas y maderas que marquen el camino. Como es uno de los recorridos mas largos del parque no hay tanta gente en el y ,en mi opinión, es mejor.
El Comandante posando en la entrada del parque.
Hay
situaciones que uno no puede predecir. A veces las cosas no
salen como uno espera. Nos pasamos tanto tiempo planificando que después cuando
no salen como esperamos nos decepcionamos, sin darnos cuenta que quizás algunas
cosas no se pueden planificar y solamente hay que dejarlas fluir. Al final si
uno tiene bien en claro lo que quiere y sabe que está dispuesto a hacer por ese
objetivo todo va a ir saliendo.
Uno de los tantos arco iris que el agua de las cataratas forma
en su caída.
Don Torcuato mirando hacia la Garganta del Diablo.
Mariposas en la cabeza.
Claypole y Mármol sobre una piedra mirando el paisaje.
Antes de salir de viaje cuando
la gente nos preguntaba en cuánto teníamos pensado llegar a las cataratas del
Iguazú nosotros respondíamos con toda la confianza del mundo en una semana,
semana y media maso menos. En mi caso, teniendo en cuenta que
el viaje iba a durar 6 meses, argumentaba que quería llegar a cataratas cuanto
antes así poder pasar a Brasil rápido y estar en el resto de los
países de Sudamérica el mayor tiempo posible. En mi respuesta claramente
estaba pensando que en el tramo que separaba buenos aires de Iguazú no había
nada interesante para conocer. Para llegar a cataratas tardamos casi un
mes y medio y si uno se pone a pensar en relación con la cantidad de meses que
queremos estar en la ruta es una barbaridad, es casi un tercio
del viaje. Como ya saben nuestro plan se fue al carajo a la semana de salir de
nuestras casas. Fundimos el motor y eso nos obligó a replantearnos todo nuestro
viaje. Todo lo que habíamos planeado ya no servía de nada. Ya era al pedo decir
vamos a estar un mes en Brasil dos semanas en Bolivia o un mes y medio en Perú.
Esto nos enseñó que nosotros no somos dueños del tiempo, el viaje lo es y el
mismo nos va a ir llevando. Podemos tener una ruta marcada pero el viaje mismo
es el único que sabe en cuanto tiempo vamos a llegar a nuestro objetivo final:
Colombia.
Mármol y Burzaco en una caminata por el Sendero Macuco.
La
realidad es que las cosas no salieron como pensábamos. ¿Mejor o peor? Que
importa salió de otra forma y listo. Seguimos inmersos (más que nunca) en este
viaje que nos está haciendo conocer personas y lugares increíbles.
Nos está haciendo conocernos a nosotros mismos y, en definitiva, eso es lo
importante. Para empezar a explorar el mundo y querer conocer a las personas que hay en el uno tiene que conocerse a si mismo Quizá sí el motor no se rompía
hubiéramos llegado a Iguazú "en tiempo en forma" pero así nunca
hubiéramos conocido el pueblo de Alvear, no hubiéramos conocido al Cheto
tampoco a poroto ni al pelado ravskwosky y su hija. No hubiéramos conocido Santo Tome o mejor dicho la parrilla del cordobés. No hubiéramos conocido al
cordobés, tampoco a Santi y Lean ni a Gustavo. No hubiéramos estado tanto
tiempo en Posadas (donde dos de nosotros flashearon amor) y no hubiéramos
conocido a ninguna de las chicas.Tampoco hubiéramos conocido el sapucai.
Todos los pibes con Sil.
Las cataratas del Iguazú desde arriba
Como
las cosas nunca salen como uno espera (o por lo menos en la ruta) si no
hubiéramos estacionado la Kombi en una Shell donde toda la pibada de Foz do Iguaçu se junta a ranchar y
escuchar música a la noche yo
estaría durmiendo y no estaría escribiendo esto.
La kombi estacionada en la última estación de servicio antes de
entrar a Brasil.
El viernes 18/05 después de limpiar la
Kombi, dejar a Sil en la terminal de ómnibus y despedirnos de ella
compramos algunas cosas y partimos para la aduana con Brasil. Todo ese día
estuvimos manijeandonos diciéndonos que en unas horas íbamos a salir de Argentina,
nuestro país, y no volver por meses. De ahora en más íbamos a ser extranjeros,
ya no íbamos a estar rodeados de personas que compartan nuestras mismas
costumbres. Nuestro primer país iba a ser nada más ni nada menos que Brasil, el país
más grande de Sudamérica y el único que teníamos pensado recorrer con un idioma distinto al nuestro. Las dudas eran muchas, ¿Como serán las rutas? ¿A pesar del idioma, podremos conectar con la gente como con los
argentinos? ¿Podremos vender pulseras y hacer plata con la misma facilidad que en nuestro país? Esas son preguntas que el viaje solo las va a ir respondiendo. Ahora sólo queda pasar la aduana. Nos quedan cientos
de kilómetros por recorrer y muchas historias que escribir.
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